viernes, 28 de diciembre de 2018

Monotematica

El caso es que todo lo que quiero escribir, lo que más fácilmente me moviliza a compartir mis historias, son los hombres. Los hombres que como gila persigo, que me calientan, que me cojo, que me rompen las bolas, que me dan bola cuando no quiero o cuando no me gustan más, los que se aprovechan de mi y etc. Me harto dentro de mi cabeza pensando en ellos, pitos rodeados de cuerpo y personalidad, pero pitos al fin. Amo los pitos.
Hombres, malditos pero bellos, máquinas de hacer sufrir y hacer sentir inseguridades. Y es que nunca volteo para verme a mí misma si no es reflejada en les otres. Nunca me veo si no es reflejada, les pasa? Es normal? Y es en los hombres que me puedo ver linda, inteligente, graciosa, picante, poderosa, o insuficiente de todas esas cosas. Sexy es lo único que me veo sin ellos, y es gracias a mi celular y mi capacidad de selfie erótica. Mis selfies son solo porque en ese momento me sentí sexy y eso es lo unico que me pertenece verdaderamente. Fuerte.
Siempre fui consciente de mi obsesión por los varones, desde chica, se que debe ser producto de mirar demasiado Disney. Pero hoy más que nunca, siento y se que esta mal, el feminismo me empodera pero también me enfrenta a todas esas cosas con las que siempre me hice la boluda.
Y lo peor es, que mi obsesión no es correspondida, los hombres no se obsesionan conmigo. Nunca fui suficiente para ellos. Tengo lindo cuerpo, pero no perfecto, no atlético ni de gym, linda cara, pero granos, bigotes y dientes chuecos, soy inteligente, pero no culta, soy contestataria, pero cosmopolitan. Soy contradictoria e imperfecta y por eso nunca alcance para un lado ni para el otro. Los playboys rugbier y afines, me usan para coger y liberar su deseo de estar con una mujer bien putita. Los intelectuales y artistas me usan de groupie, para sentirse bien con ellos mismos, adorados. Los otros interesados se alejan cuando respondo con honestidad sobre mi y mi vida y mis ideas y creencias. A nadie le gusta escuchar que soy una insegura, depresiva, que no tengo amigues, que no me creo nada y que siento que perdí todo el tiempo que viví, que no hice nada útil conmigo y que aún no se como construirme. Nadie quiere escuchar eso, la honestidad.
Cuantes habran en el mismo lugar que yo, con las mismas paranoias y desamor propio y no lo admitirían jamás. Muches seguro, la mayoría, me atrevería a decir. Pero yo soy la única mamerta que lo confiesa, quisiera caretearla pero no me sale, me preguntan que hago de mi vida es lo primero que me preguntan y es como un detonador invisible que hace que vomite todo de una sin filtro. Pero es mi historia, siempre fue así. Me crié entre personas que no son como yo y que terminaron contagiandome su idiosincrasia, y por eso hoy soy dos irreconciliables dentro de una. Quiero ser cheta pero liberarme de todo eso a la vez. Difícil tarea.
Así y todo, los que me dan bola nunca son suficiente para mí tampoco. Los que se enamoran y me enamoran, me motivan a una relación romántica y ya se que eso no me sirve, que al tiempo que aburro o cambio de opinión. Free love o no free love, es lo mismo relación mata diversión y yo no puedo con eso. Los que se obsesionan conmigo siempre son frikis que no me gustan o si me gustan y les doy bola no saben que hacer con eso, iguales a mi son pobres.
No pego una, nunca la pegué, no digo que no la pegaré porque no me parece decir eso, no me gusta la negatividad para adelante, solo para atrás. Pero al fin y al cabo negatividad hay para hacer dulce. Así que ayuda, como me deshago de mi hombrecentrismo?

jueves, 20 de diciembre de 2018

Obvio que volvi a descargar el Tinder

Cuando dije que iba a borrarlo, lo dije en serio. Si que lo borre. Pero también era cierto lo de la ansiedad y lo de no saber que hacer conmigo y etc. Y pues claro, me lo volví a descargar, a ver que onda.
El resultado es una nueva columna de estudios antropológicos en este blog. Lo vamos a llamar "Tindereando con Viki" y hoy es la primera entrega.

HOY en "Tindereando con Viki"
El pibe petiso

Erase una vez una Viki con Tinder. Así como hacia matchs, los cancelaba, nadie parecía complacerle en conversación. Luego de un tiempo sin novio, me aventuraba a la búsqueda de chongo, pero pronto recordaba lo difícil que resulta encontrar un chongo decente en la ciudad de Cordoba. En cualquier ciudad quizás, en este patriarcado de hombres que solo quieren que les chupen la pija.
Finalmente, apareció. Un candidato prometedor. Lo llamaremos Bruce (para proteger su privacidad). Me hacía reír, y no de "jaja", risa en mi casa, con sonido. Parecía respetuoso y risueño, interesado en mi. Me daba atención pero no me sexualizaba demasiado. Me seguía la corriente.
Sin embargo, algo de el no me cerraba. Su look era confuso y no sabía sacarse buenas selfies. Cuando un hombre no se saca buenas selfies, tiendo a imaginar que son más lindos de lo que la foto muestra, no me cerraba su pelo largo ni sus remeras futbolísticas. Pero a causa de trauma por chongo virtual de 3 años sin conocernos, decidí que no perdería el tiempo con este, y le propuse vernos.
La locación ya era errada, en su casa. Desde el punto de vista de seguridad personal, estaba en una perfecta situación de trata de blancas o tráfico de órganos. A marzo, lo de detectar peligro. No, lo que me preocupaba más era si me lo tenía que garchar aún que no me gustara. Que iba a hacer ahí, en su casa? Las prioridades y señales de alarma desordenadas claramente, por el simple hecho de nunca encontrarme en una situación cercana al secuestro, pero si en muchas situaciones de coger sin ganas y pasándola mal. Voy igual. Linda, diosa, me atrevería a decir. Mientras esperaba abajo, mensajeaba nerviosamente a una amiga que me pidió la dirección por si las dudas (sororidad te amo).
Me abre la puerta, un petiso. Petiso. Metro sesenta es decir mucho, no me termino de quedar claro si era yo más alta que el. Además, pequeño. Eso era lo que me jodia creo, que era pequeño. Era todo armadito, con los músculos marcados y de cara no era feo, pero pequeño. De todos modos ya estaba ahí y decidí sacar lo mejor de la situación. Me hizo reír, bastante, comimos sushi, nos besamos.
Llegado a este punto me doy cuenta que no quiero coger y de hecho no quiero que se caliente tanto la cosa, con besarnos a lo adolescente yo estaba bien. Pero que señal confusa sería para el, no? En su casa, mirando Netflix, besándonos en un colchón... lo frene en seco para "explicarle"... le dije que había tenido malas experiencias con el sexo casual, porque siempre había experimentado mi sexualidad desde la ansiedad y desde un lugar de necesidad de afecto y atencion y no desde una intención real de solo coger y que ahora había cortado con mi novio y estaba viendo que onda y no quería cometer los mismos errores aún que el era muy respetuoso pero yo quería respetarme a mí y que-----
Le quemé el seso al pibe. No entendio nada. El pensaba que yo quería, pero no quería ser puta. En sus ojos lo leí, la falta de experiencias con mujeres, y complicadas como yo, no le dejaba entender en medio de todo ese dulce de leche de confesiones, que simplemente no quería coger. Hubiera sido más fácil así, pero no, taurina necesita explicar.
Logre que se durmiera haciendo el masaje capilar correcto. Al día siguiente me fui con buena onda. Y no nos escribimos más.
Yo no quería volver a verlo. Entiendo si el no quería volver a verme a mi, pero yo no quería verlo de nuevo, y de algún modo eso me hizo sentir mala. Como, que mala, lo discriminas porque es pequeño y porque no te gusta. Fuerte. Onda, tener que seguir dándole bola o caretearla más, porque? Para que no se sienta mal? Como un favor? La historia de mi vida. Avivando giles y besando sapos.
Este fue mi primer encuentro después de cortar con mi novio. Conclusión: preguntar cuanto miden.

miércoles, 12 de diciembre de 2018

Mira como nos ponemos

Hoy hay revuelo en las redes porque estamos todas apoyando a Thelma Fardin en su denuncia contra Juan Darthes. Esto lleva a miles de reflexiones, reclamos, visibilizaciones, preguntas, respuestas, dudas, dolores, etc. En el medio me salgo a indignar yo porque los hombres no comparten. Y ya me sale a corregir la gente con que en su momento el violador también compartió y que no es cuestión de compartir vaciamente, etc.
Me hace pensar que quizás yo pido a los hombres que compartan porque me ha tocado estar del lado de la maltratada, de muchas formas distintas, y desearía que vinieran y me pidieran perdón. Que se hicieran cargo, que se dieran cuenta y se pronunciaran y se volvieran diferentes. Pero no es una necesidad por parte mia del varón. O si?
Cuando todo esto se cuestiona y se pone en tela de juicio, no son todos potenciales violadores? Y si, hasta que no se hagan cargo de su género, hasta que no hagan su proceso, lo son, todos. Me duele pensar que hombres que amo podrían hacer a otras mujeres lo que otros hombres me hicieron a mí.
Cuando tenía 17, cogí en el viaje de egresados con un tipo que me lesionó la vagina de tan fuerte que lo hizo. Ni siquiera recuerdo si le pedí que parara, no creo, debo haber pensado que ya estaba por acabar y soportaría un rato más el dolor.
A la misma edad cogí con un rugbier que me encantaba desde los 15, en el living de su casa, y en medio que estábamos en eso, intento penetrarme por el culo, sin previo aviso y me dolió tanto que me retorci en el sillón y me salieron lágrimas. Después, terminamos de coger por la vagina. Y al terminar me mando a mi casa, me fui caminando a las 6, 7 a.m. porque no tenía plata para un taxi (le dije, pero no le importo) y en el camino un tipo me siguió y tuve que salir corriendo.
Otro me intento coger por el culo, totalmente borracho, hizo cualquiera pero no le dije que no aún que recuerdo esa situacion con desagrado y asco.
Todo eso a los 17 y más. Muchos hombres me usaron como una paja lujuriosa que no se hace con la mano si no con una concha. Muchos me echaron de la casa, con taxi o así nomás, apenas terminar de cogerme. Muchos se aprovecharon de mí, de mi candidez e inocencia, de mi deseo, de mis ganas de compartir y abrazar, se aprovecharon de mi.
Quizás siento que al ver que un hombre comparte nuestra lucha, es como si se absolvieran un poco mis recuerdos de sexo maldito y penoso. Pero no. Es cierto que no. Visiblemente un hombre puede ser una cosa y en lo privado ser otra. También depende el ojo que lo mire. Pero estos demonios no se absuelven por si solos, ni los absuelven los hombres arrepentidos. Aún que si creo que es hora de que se hagan cargo y se deconstruyan y reconstruyan.
Es hora que me vengan a pedir disculpas, a pesar que no los perdone.

domingo, 9 de diciembre de 2018

XX...X?

Sí, habéis adivinado bien, el contenido de este texto es de índole sexual. Para variar. Aún que si he variado de hecho. Este blog no refleja hoy por hoy todas mis etapas y búsquedas. Esta en particular es la que os vengo a relatar hoy.
Hace un tiempo comencé a replantearme mi sexualidad, en términos de si realmente la disfrutaba y de que dependía eso: como cuando donde porque con quien. Surgió a partir de ya hace más tiempo aún haber detectado que no estaba haciéndolo desde un lugar de encuentro y placer si no mas bien desde la ansiedad, la inseguridad, la impotencia e insatisfacción respecto a la vida que llevaba y a otras cosas más freudianas.
Me costó bastante aceptar que no era sana en ese aspecto y más todavía aprender a hacerle caso a mi instinto y no meterme con hombres que no me respetaba o que no tenía problema con que yo no me respetara (ambos tipos de personas igualmente tóxicas) y que no les importa en lo más mínimo el goce de la mujer con la que están.
Aquí descubrí algo fundamental. El goce. El goce de las mujeres. Lo conozco bien y se como conseguirlo. Lo deseo, lo quiero, quiero estar con alguien que me lo genere. Pero y si no?
He fingido en el sexo toda mi vida. No es que nunca haya disfrutado, si estuve con hombres que me hicieran gozar pero diría que la balanza se inclina hacia el otro lado. Digamos un 70-30 en porcentaje.
Porque fingir?
Esta es la pregunta natural, porque sabemos en teoría que fingir no resulta, no sirve, no suma. Resta y mucho. Pero fingimos. Las mujeres nos desarrollamos en una sociedad donde gemir es lo que al parecer corresponde y en la cual el hombre es el centro. Del sexo, también. No nos animamos a decirle que no acabamos y queríamos. Que lo hizo mal, que no nos calienta eso, que queremos aquello, que nos arrepentimos o cambiamos de opinión y en realidad no pinta. Muchas de esas situaciones me han tocado, y en ese caso solo fingí. Es lo que me salio, ni siquiera lo pense. Pero mientras más lo hacía, más me alejaba del placer y del respeto y amor propio.
Fingí con muchos hombres, por muchos motivos y de muchas formas, tanto, que al ver lo que estaba haciendo tambien me di cuenta que me costaba distinguir cuando fingía y cuando no. Las dos veces me expresaba identicamente. Seria que fingía como imaginaba que se vería el gozo real y por lo tanto al gozar realmente emulaba este comportamiento? Osea, empecé a demostrar goce real del mismo modo que fingía, me confundió terriblemente.
Hoy por hoy no quiero fingir más, estoy muy consciente de lo que eso significa y quiero poder ser honesta al respecto. Pero, se bancaran mi honestidad?
To be continued...