Madeira es una Isla que pertenece a Portugal. Pertenece a esta nación desde sus inicios, nunca fue ocupada, habitantes nativos no fueron asesinados o adoctrinados, plantas exóticas no borraron la flora autóctona, la urbanización no contaminó la naturaleza. Madeira tiene una historia pacífica, explica la guía turística, fue descubierta en 1419 y estaba vacía y llena de árboles, por eso la llamaron 'madera' en portugués.
Llueve, y alguien afuera está calzandose un plástico protector mejor conocido como piloto de lluvia. Varios, de hecho, llevan el mismo. Son británicos, acostumbran a la lluvia y a mojarse. Hubieran querido sol pero la isla tenía programada su última lluvia hasta octubre. Yo uso botas y un paraguas gigante, a pesar de ser sudamericana vine bien preparada.
Pareciera que la lluvia será un factor de incomodidad. Al salir del barco pensé, era un día ideal para estar en la cama. Pero desde mi cama no hubiera podido disfrutarla. Mi habitación es una caja de metal insertada entre muchas otras, por lo tanto sin ventanas. Lo pienso desde acá afuera en la luz natural y me da claustrofobia.
Pareciera que la lluvia me va a incomodar pero en la primera parada del tour me bajo del colectivo y me acuerdo uno de los tantos motivos por los que amo la lluvia: los olores que despierta. La tierra y las hojas están mojadas y cantan y agradecen al cielo por poder nutrirse, pero nadie canta tan fuerte como los eucaliptus que hay acá arriba. A 2000 metros por encima del nivel del mar es lo que crece en Madeira, muchos eucaliptus. Con la lluvia sus troncos están empapados y al cantar sus agradecimientos desprenden su característico olor que me hace sentir que inhalo salud. Este olor me hace muy bien, los eucaliptus son de mis árboles favoritos. Hay eucaliptus en ciudad universitaria que se ven desde la casa de mi mamá. Hay eucaliptus en el campo de mi tío y son tan altos que sobrevivieron al último fuego, que quemó todo lo otro. Y hay eucaliptus en Madeira, mojados por la lluvia, expectorantes, y mis pulmones agradecen.
El resto del tour fue un fiasco, la lluvia no dejó ver las vistas panorámicas y el clima se puso frío y ventoso. Madeira no es mi lugar favorito pero hoy me sacó de mi cama y me regaló lluvia y olor a eucaliptus.