Charlando con una amiga que se fue a vivir a Buenos Aires me puse a recordar mis viajes a mi tan querida ciudad natal y a pensar qué partes recuerdo específicamente. Así como pienso en obispo oro y chacabuco de córdoba y siento el olor a la lavandería que está a unos metros de esa esquina, pienso en buenos aires y siento.....
Siento estar adentro de un tren, con ese bamboleo constante y con ese miedo que tenía de chica cada vez que tenía que cruzar de un vagón a otro, mirando por las ventanas, compadeciéndome de mi país, pensando en la miseria argentina en cada estación.
Siento el recuerdo de mi mamá contandome todos los trenes y colectivos que tenía que tomarse para ir al colegio y yo tratando de memorizar las estaciones en caso de que me perdiera y tuviera que volver solita a Morón, y que si no llegaba a lo de mis abuelos iba a tratar de llegar a lo de aída, la peluquera, y que el cementerio me daba mucho miedo y más con ese puesto de flores tan tétrico en el que todos se paraban y que largaba un olor semi-putrefacto al mezclarse el olor de las rosas con el de los muertos.
Siento la dificultad para caminar con chatitas recién estrenadas por las calles de palermo viejo, con ese 'asfalto' de hace cien años que son puras rocas, y siento como amo estar ahí porque sé que en breves llego a las mejores casas de ropa en las que pego la nariz al vidrio y me imagino que soy una actriz de telenovela nacional y que me compro un collarcito lindo en la mercería a 125 pesos, pero qué lindo es el collarcito!...
Siento el viento oceánico de mar de ajó y las ganas de hacerme amiga de todas las nenas del Hotel Marcela, el hotel del banco provincia donde trabajó mi abuelo, mi mamá y mi tío, y que el hotel marcela era mucho mejor que el de tanti, porque tenía mar, porque el menú era más rico y porque las mesas para jugar cartas estaban forradas como de un terciopelo verde suave donde apoyaba la cabeza y me dormía cuando me hartaba de querer aprender a jugar al chinchón.
Siento el enojo que me agarraba cuando no me dejaban aprender a jugar al chinchón porque decían que era muy chica y mis papás se quedaban con mis abuelos jugando como dos horas antes de irse a dormir, tomando café y comiendo alguna que otra galleta de pañuelito de las que hace mi abuela.
Siento el olorcito de la 'salsa elisa', la salsa de mi abuela, la más rica de todas, el 'tuco' con carne tierna y lo suficientemente espeso, lo suficientemente líquido, lo suficientemente condimentado, lo suficientemente salado y dulce como para llenarte con una sola porción de pasta. Además porque las porciones de mi abuela no son humanas, son como para osos.
Siento despertarme todas las mañanas en lo de mi abuela, sentarme a la mesa, prender la tv, apretar el botón de 'auto ajuste' para que los colores se hicieran mas fuertes y que venga mi abuelita con un platito con muchos pedacitos de muchas frutas ricas con un mini tenedorcito preguntandome que leche quiero tomar. Siempre era lo mismo, chocolatada en MI vaso (todos tienen un vaso en la casa de mi abuela elisa) y cualquier cosa dulce. Siempre que voy me hace pastelitos de dulce de membrillo, tarta de ricota, pastafrola, galletitas pañuelito (con forma de los pañuelitos de las abuelas de plaza de mayo), etc etc etc.
Siento el ruido insoportable del tren pasando sobre el paseo de la infanta mientras comemos en wendy's después de jugar en esa fortaleza de madera que hasta a veces me daba miedo cuando era chica, y que de postre me iba a subir a la calesita mas hermosa de todo el mundo, que abría solamente los sábados a partir de las 5. y cómo amo el ruido del tren que cuando era chica decía: 'tatán tatán, tatán tatán' y era toda una aventura estar sentada abajo de las vias, bajo los arcos del paseo de la infanta.
Siento el entusiasmo mientras entro al zoológico y veo el lago porque no aguanto las ganas de ir hasta el puesto de comida de animales donde tienen bolsitas con dibujitos de cada animal indicando qué comida es para cada uno. Con ese olor tan especial medio como a pasto mezclado con comida de perro, que me daban ganas de comerme la comida.
Siento ir viajando en subte y sentir que estoy casi tal como en roma, pero en mi país. Ir viajando en subte y mirar a la gente. Como cuando miro la gente en el bondi en córdoba, pero sin que esté todo roto y con gente más interesante, como te digo!: en roma, pero en argentina.
Siento la excitación de andar por las calles de la capital, sentir que nací ahí y que soy como esa gente y que ellos me entienden mejor que los de córdoba, que en cualquier momento me voy a encontrar con un montón de personas como yo, que todos tienen onda y que no les importa si alguien los mira y que nadie los mira como bichos raros porque hay muchos bichos raros en buenos aires.
Siento el bolsillo caliente cuando voy por la avenida córdoba, llena de oulets esperandome para venderme un monton de ropa y zapatos a mitad de precio y que nadie le dio bola a esa ropa y yo sí porque a mi me gusta la ropa que nadie quiere usar. Y el bolsillo que me pide a gritos que vacíe todo el contenido en el primer local copado que aparezca.
Siento estar en un supermercado y que puedo encontrar de todo ENSERIO, no como en el carrefour cordobés, que tienen una mínima sección de importados y thats all.
Siento que me voy a topar con las celebridades argentinas en cualquier esquina. (Soy tan cholula y me encanta y lo aprendí en buenos aires)
Siento que todas las mujeres bien vestidas leen Cosmo y que tienen puesta ropa interior linda.
Siento que ahí a nadie le importo y poreso puedo hacerme la loca y que nadie me diga nada
Siento que es una ciudad enorme y que me voy a perder y que todo el tiempo es una aventura.
Siento que a pesar de que el aire huela a caño de escape, y la facultad de ciencias sociales de caballito este inundada de humo de cigarrillo, a pesar de que el cid campeador sea horripilante, a pesar de que la gente esté sola y a pesar de saber que nací ahí pero que no pertenezco a esa ciudad que amo, porque ahí solo pertenecen realmente los empresarios adinerados que no tienen forma de pasarla mal y a pesar de que mi vida perfecta en buenos aires solo exista en mis sueños, yo
AMO BUENOS AIRES.
Pero vivir ahí es muy distinto que tener la mente llena de lindos recuerdos.
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