jueves, 24 de febrero de 2011

francisco

Tiene onda, es lindo, canta mejor que no se qué, sus papás son medio hippies, es gracioso, le rompieron el corazón. Es sobre un boludo con el que tengo todo en común, lo sabe. Escuchamos rock y pop y hacemos competencia de baile y de hablar en inglés. El dice que no es todo competencia en la vida pero siempre lo dice cuando yo gano. Los dos dormimos en bolas, los dos apreciamos la música y los coritos porque nos gusta cantar y además a veces somos infantiles y juguetones porque nos gusta nuestra juventud.
PERO (siempre hay un puto pero)
a Francisco sólo le gustan las chicas perfectas. Seríamos estupendos novios, Dios sabe que no miento, pero él y sus amigos nacieron en un cheto barrio de la zona norte de la ciudad y por tanto sólo tienen novias con cuerpos perfectos: piernas flacas, pelo al viento, tetas grandes y paradas con pezones esperando ser lamidos a través de la remera. Y yo no soy así. Varios de los chicos han tenido novias con quienes no tenía nada de nada que ver. Maxi, por ejemplo, es inteligente, divertido y seguro de sí mismo y la última novia que tuvo era una anorexica boba y perra. Tomás parece ser el eje (según mi apreciación), el siempre tuvo novias y no-novias perfectas con vestiditos cortos y el resto no puede aspirar a menos. La cuestión es que todo lo que tenemos en común es un desperdicio. Si le preguntan, él diría que somos amigos. Sí, lo somos, pero me cago en la mierda también. Lo peor es que él tiene una forma muy rara de amistad, como sabe que varias de sus amigas lo deseamos, suele hacer chistes que involucran amagar un beso y demás histeriqueadas. Me harta, quiero ser su novia y nada más.

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