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viernes, 25 de febrero de 2011
quinceañera
Entimbrada con este frío, no puedo evitar pensar como quinceañera. Sigo frígida? No sé, me invitan algunos a hacer cosas, pero no los que yo quiero. Y más que lo de siempre, quisiera por ejemplo CHAPAR. Como una quinceañera, todas las noches sueño que chapo con chicos diferentes (la única razón por la que utilizo esa palabra es porque es re quinceañera). Con uno chapo en la plaza, con otro toda la noche en un boliche, con otro en la puerta de mi futura casa, con otro chapo en la playa con los pies en la arena, con otro chapo en la lluvia y con otro toda abrigada en invierno abrazándonos (eso lo soñé anoche porque hacía un frío bárbaro). Es tal cual, cuando tenía 14, 15 todos los chicos que me gustaban no sabían ni que existía y me lamentaba por no poder chapar con ellos. Ahora saben que existo pero siguen igual de lejos. No tengo ganas de chamuyar ni de coger ni de hacerme la loba. Quiero hacerme la linda, histeriquear, que surja efecto y me chape a alguien y después de dos semanas ponerme de novia. No tengo ganas de estudiar una carrera ni de firmar un contrato que dice que me quedo en Córdoba dos años. Quiero ahorrar unos meses, irme a Europa y nunca volver. De pronto tengo 15 años otra vez...
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Usted acaba de escuchar parte de la conversación casi interminable conmigo misma que durará toda mi vida y cuyo archivo comparto con la nada virtual. Siéntase libre de opinar del tema en cuestión.