martes, 21 de septiembre de 2010

el juego de las preguntas

anoche con mis amigos jugamos a un juego muy particular. se llama el juego de las preguntas. se trata de preguntar y nunca responder. el que responde, pierde. las preguntas no necesariamente tienen que crear una charla con sentido entre sí, simplemente nunca ser respuestas.
en el juego uno no puede evitar querer responder, es un impulso al que nuestra mente humana nos tiene habituados. después de acostumbrarse a no responder, uno se entusiasma con las preguntas. y en ese momento lo que te hace perder no son las respuestas, sino el quedarse callado cuando una pregunta muy acertada que le hicieron anula el resto de tus pensamientos.
el juego de las preguntas es divertido, para jugar de a muchos, para jugar borrachos. pero es un juego que no lleva a ningún lado. puede divertir o también confundir o puede incomodar. así son las preguntas, hay que saber cuándo y saber preguntar más que saber responder. porque cuando uno pregunta bien siempre es la respuesta que uno quiere.
y yo no soy buena preguntando. lo único que sé preguntar hasta el hartazgo es porqué y es muy amplio y nunca la respuesta es la que quiero. entonces yo ya no quiero jugar a preguntar. quiero jugar, pero a un juego bien simple que no me valla a confundir. quiero jugar a ser feliz, jugar a querer, quiero jugar al amor. si me hace bien cuando estoy relajada. quiero jugar al amor sola o de a dos o de a cinco, quiero jugar al amor con vos y que cuando despiertes veas mi cara de 'venimos en paz', yo y mi juego venimos en paz, quiero hacerte mimos, quiero que estemos desnudos, quiero que nos abracemos, quiero que nos cambiemos a la cama que no hace ruido, quiero que escuchemos música mientras lo hacemos, quiero estar despeinada y que me des besos con gusto a recién levantado. quiero jugar al amor, pero no quiero preguntarle nada, ni que responda, ni que confunda ni que duela.
quiero que juegue conmigo.

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